Luis Vence
ESCAPARATES ILUMINADOSJosé Luis Morante
En el artículo “Poética del cansancio”, incluido en el periódico literario Señales de humo, José Ángel Cilleruelo (Barcelona, 1960) argumentaba que la poesía es un género exhausto en el que se escribe con la conciencia de habitar un terreno baldío. Para comprobar el calado de sus planteamientos estéticos nada mejor que abordar la lectura de Domicilios, una selección editada por El Toro de Barro que acoge más de dos décadas de creación poética, complementadas con frecuentes incursiones en la narrativa y el ensayo. Ya en 1989 Cilleruelo reúne inicialmente su poesía bajo el título El don impuro.
Sirve de entrada un liminar del poeta e hispanista portugués Joaquim Manuel Magalhaes, autor de dos conocidas panorámicas sobre lírica española contemporánea. La presencia de Magalhaes se justifica porque Cilleruelo es un profundo conocedor de la cultura lusa y reconoce el magisterio de voces mayores como Sophia de Melo, Eugenio de Andrade, Jorge de Sena, o Pessoa. El texto sirvió como nota introductoria a una traducción al portugués; destaca como registros precisos de la voz poemática de Cilleruelo “la innovación dentro del funcionamiento del principio de realidad”, la meditación sobre la temporalidad y una construcción distanciada del yo.
Quedan fuera del volumen las composiciones de Narrado en bronce. La más temprana entrega es Sortilegio, un libro al que abren paso citas de Gabriel Ferrater y Jorge de Sena. Es una obra con un claro predominio de lo sentimental, aunque no concebida como exhibición del tejido de afectos sino como indagación en las relaciones interpersonales, con frecuentes desdoblamientos de la voz poemática y una expresión que niega la linealidad del discurso para evitar lo narrativo El poema adquiere en ocasiones un cierto aire de irrealidad como si dibujara más el ambiente de un fondo de espejo que un perfil subjetivo.En Alfama (1987) Cilleruelo, bajo el influjo de Pessoa, crea el heterónimo Clemente Casín y pone en marcha una alteridad que le permite distanciarse del discurso poético. No podemos obviar la explícita referencia del título a la capital lisboeta. Desde el poema de arranque asistimos a un claro protagonismo de la ciudad; la urbe no es un ser muerto, late y se identifica con los pobladores a quienes presta rasgos y a los que se acerca. para que sean partícipes del temblor de los escaparates iluminados. Más que una descripción del hábitat hay una secuenciación de sus latidos, un eco mantenido de los pasos que pueblan las aceras. La expresión es más nítida y se atenúa el simbolismo.Maleza busca un distanciamiento entre la intimidad del yo y el magma de contenidos; se incrementa la descripción porque visualiza el entorno que ya no tiene como centro de gravedad el componente biográfico de un sujeto ensimismado, aunque sea la mirada poética la que otorga a las cosas coordenadas espaciales y temporales. Maleza es un lugar arquetípico que acumula en su laberinto urbano los variados resquicios de la soledad y el abandono que origina lo transitorio; hay una fuerte presencia de lo marginal y de lo degradado.
Esa persistencia en el ambiente permanece en Salobre que arranca con este verso: “el río es la ciudad”; otra vez lo transitorio y ese viaje vital que llena las esquinas de realidades heterogéneas y simultáneas.El colofón es Formas débiles. Como ocurriera en su entrega en prosa, Barrio alto, Cilleruelo estructura el poemario bajo una minuciosa simetría en torno al siete. Esta simetría está incluso en sus elementos formales: los poemas se acogen, con frecuencia, bajo el formato de un soneto no canónico Cada sección es autónoma y aglutina poemas con unidad de tono. Los motivos varían. Hay imágenes visuales, impresiones sobre cuadros o estampas de un paisajismo estilizado. El libro aporta únicamente cinco composiciones, aunque es uno de los títulos referenciales del autor.Domicilios permite conocer la natural evolución de un poeta de larga andadura que no perdona algunos motivos recurrentes: la fisonomía de espacios urbanos transformados en estados de ánimo, la evocación de lugares, la conciencia de un esplendor efímero que anuncia mudanza y devastación y la recreación de escenas que protagonizan sombras anónimas, posadas un instante en los sentidos. Significativa y singular, la mirada poética de Cilleruelo manifiesta siempre un deseo de inquietud y búsqueda, un diálogo abierto entre espacio y sujeto.
ESCAPARATES ILUMINADOSJosé Luis Morante
En el artículo “Poética del cansancio”, incluido en el periódico literario Señales de humo, José Ángel Cilleruelo (Barcelona, 1960) argumentaba que la poesía es un género exhausto en el que se escribe con la conciencia de habitar un terreno baldío. Para comprobar el calado de sus planteamientos estéticos nada mejor que abordar la lectura de Domicilios, una selección editada por El Toro de Barro que acoge más de dos décadas de creación poética, complementadas con frecuentes incursiones en la narrativa y el ensayo. Ya en 1989 Cilleruelo reúne inicialmente su poesía bajo el título El don impuro.
Sirve de entrada un liminar del poeta e hispanista portugués Joaquim Manuel Magalhaes, autor de dos conocidas panorámicas sobre lírica española contemporánea. La presencia de Magalhaes se justifica porque Cilleruelo es un profundo conocedor de la cultura lusa y reconoce el magisterio de voces mayores como Sophia de Melo, Eugenio de Andrade, Jorge de Sena, o Pessoa. El texto sirvió como nota introductoria a una traducción al portugués; destaca como registros precisos de la voz poemática de Cilleruelo “la innovación dentro del funcionamiento del principio de realidad”, la meditación sobre la temporalidad y una construcción distanciada del yo.
Quedan fuera del volumen las composiciones de Narrado en bronce. La más temprana entrega es Sortilegio, un libro al que abren paso citas de Gabriel Ferrater y Jorge de Sena. Es una obra con un claro predominio de lo sentimental, aunque no concebida como exhibición del tejido de afectos sino como indagación en las relaciones interpersonales, con frecuentes desdoblamientos de la voz poemática y una expresión que niega la linealidad del discurso para evitar lo narrativo El poema adquiere en ocasiones un cierto aire de irrealidad como si dibujara más el ambiente de un fondo de espejo que un perfil subjetivo.En Alfama (1987) Cilleruelo, bajo el influjo de Pessoa, crea el heterónimo Clemente Casín y pone en marcha una alteridad que le permite distanciarse del discurso poético. No podemos obviar la explícita referencia del título a la capital lisboeta. Desde el poema de arranque asistimos a un claro protagonismo de la ciudad; la urbe no es un ser muerto, late y se identifica con los pobladores a quienes presta rasgos y a los que se acerca. para que sean partícipes del temblor de los escaparates iluminados. Más que una descripción del hábitat hay una secuenciación de sus latidos, un eco mantenido de los pasos que pueblan las aceras. La expresión es más nítida y se atenúa el simbolismo.Maleza busca un distanciamiento entre la intimidad del yo y el magma de contenidos; se incrementa la descripción porque visualiza el entorno que ya no tiene como centro de gravedad el componente biográfico de un sujeto ensimismado, aunque sea la mirada poética la que otorga a las cosas coordenadas espaciales y temporales. Maleza es un lugar arquetípico que acumula en su laberinto urbano los variados resquicios de la soledad y el abandono que origina lo transitorio; hay una fuerte presencia de lo marginal y de lo degradado.
Esa persistencia en el ambiente permanece en Salobre que arranca con este verso: “el río es la ciudad”; otra vez lo transitorio y ese viaje vital que llena las esquinas de realidades heterogéneas y simultáneas.El colofón es Formas débiles. Como ocurriera en su entrega en prosa, Barrio alto, Cilleruelo estructura el poemario bajo una minuciosa simetría en torno al siete. Esta simetría está incluso en sus elementos formales: los poemas se acogen, con frecuencia, bajo el formato de un soneto no canónico Cada sección es autónoma y aglutina poemas con unidad de tono. Los motivos varían. Hay imágenes visuales, impresiones sobre cuadros o estampas de un paisajismo estilizado. El libro aporta únicamente cinco composiciones, aunque es uno de los títulos referenciales del autor.Domicilios permite conocer la natural evolución de un poeta de larga andadura que no perdona algunos motivos recurrentes: la fisonomía de espacios urbanos transformados en estados de ánimo, la evocación de lugares, la conciencia de un esplendor efímero que anuncia mudanza y devastación y la recreación de escenas que protagonizan sombras anónimas, posadas un instante en los sentidos. Significativa y singular, la mirada poética de Cilleruelo manifiesta siempre un deseo de inquietud y búsqueda, un diálogo abierto entre espacio y sujeto.