Jed Goode
EL POETA DE LAS CIUDADES
por Dionisia García
Página confeccionada por Carlos Morales. El Toro de Barro
EL POETA DE LAS CIUDADES
por Dionisia García
Domicilios es el título -aparecido en El Toro de Barro- de la última antología de José Ángel Cilleruelo, poeta de consolidada trayectoria, en torno a una voz inconfundible de variados registros, donde la realidad va surgiendo desde las diferentes formas y tiempos. Realidad enriquecida y desdoblada, si la anécdota o el momento poemático son propicios. Junto a la realidad, hemos de tener en cuenta la carga imaginativa que esta obra contiene, sin olvidar la expresión contenida y la sugerencia; características que no vamos a tratar en esta introducción, porque se trata de dar a conocer, sobre todo, los versos del poeta de Barcelona.
En su vertiente más significativa, hemos de considerar al autor como el poeta de la ciudad o las ciudades ("Un hombre es la ciudad en la que vive". "...un hombre es la ciudad/ en la que viven otros hombres"). Una cita de Sophia de Mello, al comienzo de uno de los apartados, dice: "Todas as cidades são navios". Nuestro poeta en Canción del río Hudson escribe en los versos iniciales: "El río es la ciudad./ Digiere la inmundicia/ lenta de los desagües... ". Es cierto que la ciudad también aparece, en ocasiones, desde una perspectiva más serena ("Una ciudad cualquiera en un domingo/ hacia las cuatro de la tarde...), solo serena, no exenta de sombras, porque es la tarde del domingo, la tarde del día de fiesta, que nos lleva a recordar la melancolía del poeta de Recanati. No ocurre así en el poema de Cilleruelo, que se lamenta porque pocos transeúntes gozan del momento y dice: "No conozco otro paisaje más sublime".
A pesar de la connotación precedente, parecen merecer la atención del poeta los aspectos más ensombrecidos de la ciudad, quizá por más reales y propicios para ahondar en la búsqueda... Como si quisiera sorprender a esa ciudad que "resuella entre las luces del suburbio". El poeta Cilleruelo nos acoge en su poesía, para que conozcamos entornos, pasajes y paisajes que conoce bien no a través del "túnel", sino escudriñando en la viva realidad.
La temporalidad, tan presente en toda poesía (estamos inmersos en ella), justifica que los versos de nuestro poeta sean con frecuencia robados al olvido, a los recuerdos, a la memoria, no sin cierta nostalgia, por el tiempo ido, pero con el gozo de dar vida a cuanto fue. Llama la atención en esta poesía, la mirada al mundo y a las cosas, desde esa realidad que está ahí y convive con nosotros, ya se diga de ciudades, de relaciones afectivas, de erotismo, o del mero entendimiento con la vida. Digamos que un poeta joven, como es José Ángel Cilleruelo, ha llevado a cabo un largo recorrido, y lo ha transitado con dignidad y sabiduría, con las armas del verdadero poeta, para bien de los lectores, atentos al privilegio de su escritura.
El poeta y estudioso portugués Joaquín Manuel Magalhães nos dice, en su introducción a Domicilios, que "Cilleruelo se aproxima a una función psicológica y estética que une las palabras con las cosas, en un intercambio de eventos y despojos que el hombre y el mundo se cruzan entre sí y al que la poesía puede estar atenta". Esta nueva antología es una selección atinada de la poesía de José Ángel Cilleruelo, autor que desde los comienzos encontró su propio espacio, y logró dar una medida en la utilización del lenguaje, ya se trate de "La serrería de Berg", magnífico poema, o de "Madrigales de la lactancia", difícilmente olvidables.
Mencionemos, al menos, la faceta de narrador y traductor de Cilleruelo, caminos que han logrado ofrecernos la imagen del verdadero escritor entregado a su tarea. Nos dice W.H. Auden que un escritor genuino olvida una obra apenas terminada, y pasa a pensar sobre la siguiente; si piensa en su obra será más para recordar sus defectos que sus virtudes. Considero que es el caso de José Ángel Cilleruelo, para bien de quienes nos acercamos a sus páginas.
En su vertiente más significativa, hemos de considerar al autor como el poeta de la ciudad o las ciudades ("Un hombre es la ciudad en la que vive". "...un hombre es la ciudad/ en la que viven otros hombres"). Una cita de Sophia de Mello, al comienzo de uno de los apartados, dice: "Todas as cidades são navios". Nuestro poeta en Canción del río Hudson escribe en los versos iniciales: "El río es la ciudad./ Digiere la inmundicia/ lenta de los desagües... ". Es cierto que la ciudad también aparece, en ocasiones, desde una perspectiva más serena ("Una ciudad cualquiera en un domingo/ hacia las cuatro de la tarde...), solo serena, no exenta de sombras, porque es la tarde del domingo, la tarde del día de fiesta, que nos lleva a recordar la melancolía del poeta de Recanati. No ocurre así en el poema de Cilleruelo, que se lamenta porque pocos transeúntes gozan del momento y dice: "No conozco otro paisaje más sublime".
A pesar de la connotación precedente, parecen merecer la atención del poeta los aspectos más ensombrecidos de la ciudad, quizá por más reales y propicios para ahondar en la búsqueda... Como si quisiera sorprender a esa ciudad que "resuella entre las luces del suburbio". El poeta Cilleruelo nos acoge en su poesía, para que conozcamos entornos, pasajes y paisajes que conoce bien no a través del "túnel", sino escudriñando en la viva realidad.
La temporalidad, tan presente en toda poesía (estamos inmersos en ella), justifica que los versos de nuestro poeta sean con frecuencia robados al olvido, a los recuerdos, a la memoria, no sin cierta nostalgia, por el tiempo ido, pero con el gozo de dar vida a cuanto fue. Llama la atención en esta poesía, la mirada al mundo y a las cosas, desde esa realidad que está ahí y convive con nosotros, ya se diga de ciudades, de relaciones afectivas, de erotismo, o del mero entendimiento con la vida. Digamos que un poeta joven, como es José Ángel Cilleruelo, ha llevado a cabo un largo recorrido, y lo ha transitado con dignidad y sabiduría, con las armas del verdadero poeta, para bien de los lectores, atentos al privilegio de su escritura.
El poeta y estudioso portugués Joaquín Manuel Magalhães nos dice, en su introducción a Domicilios, que "Cilleruelo se aproxima a una función psicológica y estética que une las palabras con las cosas, en un intercambio de eventos y despojos que el hombre y el mundo se cruzan entre sí y al que la poesía puede estar atenta". Esta nueva antología es una selección atinada de la poesía de José Ángel Cilleruelo, autor que desde los comienzos encontró su propio espacio, y logró dar una medida en la utilización del lenguaje, ya se trate de "La serrería de Berg", magnífico poema, o de "Madrigales de la lactancia", difícilmente olvidables.
Mencionemos, al menos, la faceta de narrador y traductor de Cilleruelo, caminos que han logrado ofrecernos la imagen del verdadero escritor entregado a su tarea. Nos dice W.H. Auden que un escritor genuino olvida una obra apenas terminada, y pasa a pensar sobre la siguiente; si piensa en su obra será más para recordar sus defectos que sus virtudes. Considero que es el caso de José Ángel Cilleruelo, para bien de quienes nos acercamos a sus páginas.
Página confeccionada por Carlos Morales. El Toro de Barro
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