martes, 5 de junio de 2007

"La cicatriz del humo", de Amela Einat, por José Luis García Martín.

Nuestro agradecimiento al Instituto Yad Vashem por la fotografía


La cicatriz del humo


José Luis García Martín



Se presenta estos días en España La cicatriz del humo, de Amela Einat, un reportaje novelado sobre el viaje a Auschwitz de un grupo de escolares y un puñado de supervivientes. El antisemitismo, que sigue vivo, se expresa de muchas maneras. La más benévola adopta la forma de un educado tedio: ¿Otra vez a vueltas con el Holocausto? ¿No se ha hablado bastante de ello? No, no se ha hablado lo suficiente, nunca se hablará lo suficiente, nunca se acabará de entender aquella negra voluntad de exterminio que contó con tantos colaboradores, que volvería a contar hoy ¬no nos engañemos¬ con mucha gente dispuesta a encender la mecha y mirar para otro lado. Daniel Chanoch, uno de los protagonistas, acompaña a la autora en las presentaciones. Alto, elegante, irónico. Y una vida partida en dos, el cadáver de un niño pudriéndosele dentro desde hace más de medio siglo. Un niño guapo y mimado, una infancia feliz: el padre reclinándose sobre el escritorio; la madre cantando en una reunión familiar, dándole un beso de despedida; el lago y el bosque que rodeaban la casa, el olor del verano y de repente otro olor nauseabundo y los carros de los muertos. Durante medio siglo no quiso hablar de aquello. Se avergonzaba de seguir vivo, de haberse aferrado como un animal a la vida cuando tantos, los mejores, se quedaron allí. Calló, no dijo nada, siguió adelante. Tuvo que convivir con un cadáver, con el hedor de millones de muertos, pero siguió adelante, como en el campo, siguió adelante. Se reunía periódicamente con amigos de entonces, con otros niños que también se salvaron, pero nunca mencionaban aquello. Recordar era volver a sentir el hedor y no podría soportarlo de nuevo. Y ahora, de pronto, ante un puñado de adolescentes que quieren saber, que necesitan saber para que no vuelva a repetirse, ha recordado asépticamente como si no fuera con él: «Viajamos en tres vagones. En una de las estaciones nos separaron de nuestras madres y hermanas. No recuerdo cómo. Fue todo tan rápido que no alcancé a percibirlo, no hubo tiempo para despedidas. Me aferré a la mano de mi padre. Luego le bajaron también a él, a todos los adultos. Entonces me hice un ovillo en un rincón. No quería vivir. ¿Para qué? Fueron quizá tres días los que no me moví del rincón del vagón». Cuando Chanoch, el elegante, distante Chanoch, llegó a Auschwitz perdió su impasibilidad. Buscó el pabellón en que había estado, la litera que le había correspondido y en ella se metió, acurrucándose en posición fetal. No quería salir de allí, los otros se asustaron, le suplicaban que saliera, pero él con los ojos cerrados volvía a ser el niño aterrado que nunca había dejado de ser. Y ahora ha venido para presentar un libro que guarda memoria del horror, con su máscara elegante, con su sonrisa irónica. Pero de sobra sabemos que quien estuvo en el infierno toda la vida lleva el infierno dentro.





(Publicado por el Diario LA RAZÓN, el 28 de enero de 2004)

En nuestra página de narrativa, editamos la memoria del horror de algunos de aquellos niños que lograron sobrevivir a Auschwitz.
(Los enlaces directos, en color más oscuro)



























3 comentarios:

Anónimo dijo...

How do you delete media files with apostrophes from Joomla?



Here is my webpage Vaginal mesh compensation

Anónimo dijo...

You can definitely see your skills in the work you write.
The sector hopes for more passionate writers such as you who are not afraid to say how they
believe. Always go after your heart.

Look at my web blog :: Garyreckard.Com

Anónimo dijo...

FINDING SHARK TEETH

My web-site :: http://affordable-Dental-plan.org