
EL POETA DE LAS CIUDADES
por Dionisia García

En su vertiente más significativa, hemos de considerar al autor como el poeta de la ciudad o las ciudades ("Un hombre es la ciudad en la que vive". "...un hombre es la ciudad/ en la que viven otros hombres"). Una cita de Sophia de Mello, al comienzo de uno de los apartados, dice: "Todas as cidades são navios". Nuestro poeta en Canción del río Hudson escribe en los versos iniciales: "El río es la ciudad./ Digiere la inmundicia/ lenta de los desagües... ". Es cierto que la ciudad también aparece, en ocasiones, desde una perspectiva más serena ("Una ciudad cualquiera en un domingo/ hacia las cuatro de la tarde...), solo serena, no exenta de sombras, porque es la tarde del domingo, la tarde del día de fiesta, que nos lleva a recordar la melancolía del poeta de Recanati. No ocurre así en el poema de Cilleruelo, que se lamenta porque pocos transeúntes gozan del momento y dice: "No conozco otro paisaje más sublime".
A pesar de la connotación precedente, parecen merecer la atención del poeta los aspectos más ensombrecidos de la ciudad, quizá por más reales y propicios para ahondar en la búsqueda... Como si quisiera sorprender a esa ciudad que "resuella entre las luces del suburbio". El poeta Cilleruelo nos acoge en su poesía, para que conozcamos entornos, pasajes y paisajes que conoce bien no a través del "túnel", sino escudriñando en la viva realidad.

El poeta y estudioso portugués Joaquín Manuel Magalhães nos dice, en su introducción a Domicilios, que "Cilleruelo se aproxima a una función psicológica y estética que une las palabras con las cosas, en un intercambio de eventos y despojos que el hombre y el mundo se cruzan entre sí y al que la poesía puede estar atenta". Esta nueva antología es una selección atinada de la poesía de José Ángel Cilleruelo, autor que desde los comienzos encontró su propio espacio, y logró dar una medida en la utilización del lenguaje, ya se trate de "La serrería de Berg", magnífico poema, o de "Madrigales de la lactancia", difícilmente olvidables.
Mencionemos, al menos, la faceta de narrador y traductor de Cilleruelo, caminos que han logrado ofrecernos la imagen del verdadero escritor entregado a su tarea. Nos dice W.H. Auden que un escritor genuino olvida una obra apenas terminada, y pasa a pensar sobre la siguiente; si piensa en su obra será más para recordar sus defectos que sus virtudes. Considero que es el caso de José Ángel Cilleruelo, para bien de quienes nos acercamos a sus páginas.
Página confeccionada por Carlos Morales. El Toro de Barro
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