
Luis María Anson
El ángel roto
El ángel roto

“Mi corazón puede tomar cualquier forma”, escribio Ben Arabí y ella, la que amaba al hombre tomó el corazón amante hecho camino hacia su pecho, y acurrucado. Cuando llega Leví, la amada escucha reír la llave de la casa y sabe que se abren las puertas del cielo. Se siente rendida de amoe. ¿Quién asusta palomas en mi vientre? se pregunta. Pero él, Leví, como todos, abandonó un día la piel de la enamorada inmóvil, y sus roces, para dejarla deshabitada. Buscó otros silen-
cios. Ella no quiso despertar los leones dormidos de sus manos y callaron en sus labios las amapolas marchitas. Es tan corto el amor y es tan largo el olvido. Cae la lluvia con espanto transparente porque la mujer ha salido del amor sin cuerpo y sin historia. En un poema impresionante, el XVII, cuando la poesía alcanza su máximo temblor lírico, la amada, en el delirio de las sombras oníricas, recuerda la lánguida brisa entre sus dientes, la noche profunda tras sus ojos, el dolor de penumbra en sus pupilas.
Leví es el portador del silencio y lo lleva apresado entre las manos. En las muñecas de ella aun galopan caballos desbocados. Su llanto es ya otro océano, sus ojos otra sal distinta y doloriente. Cierra la intensa llama de canela y rosa de sus labios porque sabe que nadie va a aceptar el mensaje de silencio del que es portador Leví entre los hombres.
Luis María Anson
De la Real Academia Española
(Canela fina aparecieda en el diario La Razón)
La fotografía es de Darren Holmes