martes, 3 de abril de 2012

"El Cantar de los Cantares de Carlos Morales", por Edith Dahan



Carlos Morales y su esposa Irene Zamorano


El Cantar de los Cantares:
De Fray Luis de León a Carlos Morales


Edith Dahan

(2006)

    Para quienes hemos crecido en el contexto cultural de la lengua española, referirse al Cantar de los Cantares ha supuesto siempre recordar la traducción al castellano, en octavas, de fray Luis de León. El excepcional equilibrio logrado por el autor conquense entre, por un lado, la fidelidad lingüística al texto original, y, por otro, la particular traslación de los usos literarios semíticos a los de la lengua castellana de su época, ha convertido su visión del Cantar en una de las más influyentes de todos los tiempos. Las traducciones posteriores han sido, en gran medida, reformulaciones, más o menos afortunadas, de la suya: tanto en las que han perseverado en la dimensión religiosa del poema como en las que lo han visto como la expresión más viva del amor pagano, la voz de fray Luis –para bien y para mal– no ha dejado nunca de escucharse.
     Pues bien, este estado de cosas ha venido a ser quebrado por la “versión” del Cantar de los Cantares  realizada por el poeta y editor –también conquense– Carlos Morales, publicada en los Cuadernos del Mediterráneo y recogida, en segunda edición, por la editorial El Toro de Barro en el volumen antológico Treze (2003); una versión que –con toda razón– Luis María Anson ha calificado de “admirable” porque, entre otras muchas cosas, y como acertadamente ha dicho Varda Benari, en ella se escuchan menos los ecos de fray Luis que los de los antiguos poetas hebreos que lo compusieron.
     Un simple cotejo de algunos pasajes de ambas versiones nos sirve para advertir al alto grado de independencia con que Carlos Morales ha abordado su trabajo, sobre todo en su apuesta radical por el versolibrismo y en lo que concierne a la traslación al castellano moderno de las imágenes y metáforas del texto original, al que el poeta se ha acercado consultando numerosas traducciones o, en comandita con colegas hebreos, intentándola de propia mano. El resultado no ha sido un pastiche de variopintos expedientes literarios, sino un texto de gran coherencia interior elaborado con precisión en torno a la concepción del poema como un canto dramatizado de amor pagano en el que destaca su enorme musicalidad. 
     Su Cantar es, ante todo, una pieza musical que nos entra por el oído y nos encanta no sólo por muchas de las soluciones literarias adoptadas sino, sobre todo, por la armonía rítmica de su composición. Cabe decir en este sentido que, en contraposición a fray Luis, el conquense ha logrado -casi siempre, eso hay que decirlo- trasladar al castellano moderno como nunca se había hecho antes los ritmos básicos del versolibrismo hebreo con una fidelidad pareja a aquélla con lo que ha “atrapado” el sentido de su imaginismo. De ahí que  Varda. Benari haya afirmado que la suya “es una traducción mucho más veraz y fiel que muchas de las que se han hecho en la contemporaneidad del Cantar de los Cantares.
     No se trata de establecer prelacías entre las versiones, igualmente admirables, de Carlos Morales y de Fray Luis de León, sino de acercarse a las dos con la sana intención de gozar de los brillos que alcanza una misma emoción amorosa en manos de dos poetas auténticos que –parafraseando a José Luis García Martín– han logrado decir lo que otros dijeron antes como como si no existiera otra forma de decirlo. Dos versiones separadas por algo más de cuatro siglos de distancia que configuran –el tiempo lo dirá– los límites extremos, mejores y más definidos, de las dos grandes exégesis del gran poema bíblico: la judeocristiana, que lo entiende como la expresión de una relación de amor entre Dios y su pueblo, y la secular, que contempla el Cantar de los Cantares como el más hermoso poema de amor pagano de la historia. Y a ello invitamos al lector, con el convencimiento de que tienen el placer asegurado.









3 comentarios:

Anónimo dijo...

Buena jamona.

Antonio Tello dijo...

La belleza, sutil y carnal, que emana del Cantar del rey sabio es compatible con la sensibilidad poética de Carlos Morales, lo cual me obliga a acercarme cuanto antes a esta versión tras haber leído hace poco la hermosa propuesta de Mario Satz (Kairós, 2005)enriquecida con unas magníficas notas de exploración y sentido de las expresiones hebreas.

A chuisle dijo...

Es una excelente crítica, que devela y confirma el gran trabajo que Carlos Morales ha realizado en esta obra. Bien se podría asegurar que es su obra cumbre, en la que une su talento como poeta y su aporte como editor, dejando a la vista tan magnífico resultado.